Desde las épocas más remotas, los cristianos han honrado las reliquias -los restos físicos y efectos personales- de los primeros cristianos que fueron martirizados o que vivieron vidas especialmente santas. En muchos lugares sus tumbas se convirtieron en lugares de peregrinación, a los cuales viajaron los fieles para inspirarse con su ejemplo y pedir su ayuda en tribulaciones de la vida y para llevar ellos mismos una vida santa. Con el tiempo, los santuarios dedicados a estas personas santas se construyeron para crear un lugar adecuado para que los peregrinos puedieran honrar o venerar a estos santos, asistir a Misa y recibir los sacramentos.
Tradicionalmente, los peregrinos veneran las reliquias tocándolas o besando el relicario que contiene el fragmento de los restos físicos o efectos personales de la persona santa. La veneración es una expresión de respeto por la santidad del santo, y los peregrinos a menudo piden al santo que interceda por ellos ante Dios para obtener asistencia espiritual, cuaración física u otras gracias en particular.
"El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias…" Catecismo Universal, 1674.
En la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús, se encuentran a disposición, para ser veneradas en las misas, las reliquias de primer grado de nuestra santa.